martes, 3 de marzo de 2015

Cristianos y musulmanes

Por el Dr. Anibal Hardy*
Tras la publicación de caricaturas sobre el profeta Mahoma aparecidas en una revista francesa, tachadas de blasfemas por los musulmanes se produjeron muertes y protestas muy violentas en todo el arco que conforman los países mayoritariamente musulmanes, desde Indonesia hasta Marruecos.Este mundo musulmán, según las estadísticas indican que en Occidente, en particular en Europa, no cesa de crecer por razones de flujo migratorio y de mayor tasa de natalidad. En cambio, el número de cristianos en Medio Oriente no para de bajar. La región que fue cuna del cristianismo se esta vaciando, y junto a la pobreza general y a la discriminación social, en los últimos años se ha visto una espiral de violencia política contra las minorías cristianas por parte del radicalismo islámico.
Según la ONG “Open Doors”, alrededor de 100 millones de cristianos, de los 2.000 millones que hay en el mundo, viven hoy acosados por los países islámicos, donde millones de cristianos luchan por vivir su fe. Arabia Saudita, el “guardián de los lugares sagrados” de la Meca y Medina, es el país que persigue de modo más sistemático a los cristianos. El millón de católicos que vive allí, no tiene posibilidad de oír misa, ni cuenta con sacerdotes para los sacramentos. La conversión de un saudí musulmán al cristianismo se castiga con la muerte. En Nigeria, desde que en 1999 se implantó la ley islámica (la Sharia), al menos 12.000 personas, la mayoría cristianos, han muerto en los choques religiosos registrados en el país. Sudán: El conflicto entre el norte de Sudán, de mayoría musulmana y árabe, contra el sur cristiano y animista, se convirtió en los últimos años en una de las crisis humanitarias más olvidadas del planeta. Durante el Gobierno islamista de Omar al Bashir, perdieron la vida cerca de dos millones de personas, la mayoría de ellas bajo un salvajismo extremo.
En China, existen sacerdotes cristianos desaparecidos. Misas clandestinas en casas particulares. Católicos torturados en las cárceles. Iglesias vigiladas por policías apostados en sus puertas, toman los datos de los feligreses. Esta es la China, donde la apertura económica y social de los últimos treinta años no erosionó el autoritario poder del régimen comunista, donde el gobierno de Pekín controla no sólo a los disidentes políticos y a todas las organizaciones civiles, sino también los cultos religiosos. Dirige y nombra sus propios obispos tanto en la iglesia protestante, como en la Asociación Católica Patriótica, que no reconoce la autoridad del Papa y sus más de diez millones de feligreses reconocidos. Se calcula que hay unos 60 millones de cristianos que practican su fe en misas secretas celebradas en casas particulares.
Finalmente, Egipto que cuenta con la mayor población cristiana del Medio Oriente, pero esa condición no resulta nada placentera: decenas de coptos han sido asesinados en los últimos años a manos de islamistas. Aunque el régimen se presenta como tolerante, el acceso a cargos políticos resulta siempre denegado a aquellos que no profesen otra fe que no sea la el Islam.
Conforme lo antedicho, es real que existen tensiones entre la cultura occidental, individualista, que nivela los valores al Estado y el Mercado, y la cultura de países de otras tradiciones, pero llamar a esto choque de culturas, es una simplificación. Por otro lado, el fundamentalismo religioso no es en si mismo un hecho político o religioso, sino mental de exaltación colectiva y de rigidez de pensamiento. Son grupos cerrados sobre si mismos y de escasa comunicación con el entorno social, y se producen como una reacción de defensa ante agresiones externas.
La Iglesia Católica con relación a los musulmanes, “exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, promuevan sinceramente la mutua comprensión, defiendan y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres”. Mira con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra.
El Corán y la Biblia tienen fines coincidentes, y tanto la religión musulmana, como la cristiana, tienen muy en claro que deben promover la mutua comprensión, pero todavía existen circunstancias sociales y culturales que la dificultan.
*ABOGADO - DESDE FORMOSA
ENVIADO POR SU AUTOR

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