Moreno, los dos secretarios y el ministro: quién es quién en el manejo del poder económico del Gobierno
Cronista.com
ESTEBAN RAFELE
Existen en el Palacio de Hacienda tres secretarios que tienen vuelo propio y diálogo directo con la Presidenta Cristina Fernández. Uno de ellos, Guillermo Moreno, es el regente de toda la economía. Los otros dos, el viceministro Axel Kicillof y la secretaria de Comercio Exterior, Beatriz Paglieri, concentran cada vez más poder. La cara institucional para definir los temas de la economía real –la funcionaria de alto rango que se sienta en las negociaciones– es la ministra de Industria, Débora Giorgi. El ministro de Economía, Hernán Lorenzino, quedó restringido al manejo financiero, en tiempos de nula actividad en los mercados. Esta es la instantánea de los casi dos meses que lleva el nuevo y disímil conglomerado económico en el ruedo.
“Moreno es el jefe del Gabinete económico”, lo definen quienes supieron perder batallas con él hace algún tiempo. El secretario de Comercio Interior controla el Indec, los precios y el ingreso y egreso de mercaderías, sigue atento al valor del dólar y se puso a la cabeza del abastecimiento de combustible. Es, sobre todo, el que marca los tiempos de una economía cada vez más regulada en la que, cíclicamente, gana potestades y protagonismo. Si alguna vez se pensó en el ministro de Planificación, Julio De Vido, como jefe económico, quedó bien claro quién tiene más estrellas en su chaqueta.
Pero su presencia eclipsa y molesta a quienes tienen que trabajar con él por orden de la Presidenta. En despachos oficiales remarcaron la pequeña victoria del titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, al presentar su sistema de ventanilla única de importaciones. Echegaray, comentaron, logró subsumir a Comercio Interior bajo su normativa. Moreno tiene diez días para frenar una importación, pero transcurrido ese lapso no puede obstaculizarla si fue autorizada por la AFIP.
La alter ego de Moreno, Beatriz Paglieri, levanta vuelo. Llegó a tener trato con la Presidenta más rápido que cualquier otro funcionario de su rango. Estuvo en Olivos el lunes, antes de reunirse con su par brasileña Tatiana Prazeres, junto con Moreno, Echegaray y Giorgi. La mano derecha del mandamás económico es la encargada de comandar el área que promete traer mayor conflictividad en los meses venideros.
Paglieri tomó rápido el mando y acomodó la nave luego de algunas turbulencias. Cuando faltaron autopartes y FIAT amenazó con suspender personal, comprendió que las terminales importan al momento de producir y destrabó los embarques. Desde entonces, Giorgi comenzó a participar de las reuniones y a tener más protagonismo en el sector automotriz, que sigue desde hace años.
Kicillof llena huecos, gana espacios e incorpora funcionarios. Cuentan en Economía que le “copó” a Lorenzino una tarea vital: es el encargado de definir los nombramientos en el Ministerio, mientras arma una suerte de departamento de research. “Alec”, como lo bautizó Moreno, suma poder sin discutir sobre política. Sus discusiones hacia adentro de La Cámpora son eminentemente técnicas. Evita hacerse de enemigos que frenen su ascenso.
Su Subsecretaría de Competitividad, a cargo de Augusto Costa, trabaja junto a técnicos de Giorgi en los perfiles de rentabilidad de una veintena de sectores económicos para ser tenidos en cuenta a la hora de negociar paritarias. Kicillof también compartirá cartel con la ministra de Industria en las rondas sectoriales del Plan Industrial 2020, que arrancarán en marzo. Fue el encargado de marcarle la cancha a YPF con datos sobre inversión y diferencias de precios en la primera reunión del Gobierno con las petroleras luego de la denuncia por “cartelización”.
En este escenario –y con el histórico Juan Carlos Pezoa controlando Hacienda–, Lorenzino se mueve en un terreno limitado, con tres subordinados que, queriendo o sin querer, le disputan poder. Monitorea el calmo océano financiero –no hay ninguna transacción importante a la vista– con Mercedes Marcó del Pont, con quien construyó una buena relación. Firma acuerdos con empresas, como el que signó ayer con Renault, e hizo de anfitrión en la visita del industrial brasileño Paulo Skaf. El martes tuvo su misión más difícil: recibió, junto con De Vido, al presidente de Repsol, Antonio Brufau. Pero el Gobierno decidió quitarle relevancia mediática al no comunicarla.
“Moreno es el jefe del Gabinete económico”, lo definen quienes supieron perder batallas con él hace algún tiempo. El secretario de Comercio Interior controla el Indec, los precios y el ingreso y egreso de mercaderías, sigue atento al valor del dólar y se puso a la cabeza del abastecimiento de combustible. Es, sobre todo, el que marca los tiempos de una economía cada vez más regulada en la que, cíclicamente, gana potestades y protagonismo. Si alguna vez se pensó en el ministro de Planificación, Julio De Vido, como jefe económico, quedó bien claro quién tiene más estrellas en su chaqueta.
Pero su presencia eclipsa y molesta a quienes tienen que trabajar con él por orden de la Presidenta. En despachos oficiales remarcaron la pequeña victoria del titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, al presentar su sistema de ventanilla única de importaciones. Echegaray, comentaron, logró subsumir a Comercio Interior bajo su normativa. Moreno tiene diez días para frenar una importación, pero transcurrido ese lapso no puede obstaculizarla si fue autorizada por la AFIP.
La alter ego de Moreno, Beatriz Paglieri, levanta vuelo. Llegó a tener trato con la Presidenta más rápido que cualquier otro funcionario de su rango. Estuvo en Olivos el lunes, antes de reunirse con su par brasileña Tatiana Prazeres, junto con Moreno, Echegaray y Giorgi. La mano derecha del mandamás económico es la encargada de comandar el área que promete traer mayor conflictividad en los meses venideros.
Paglieri tomó rápido el mando y acomodó la nave luego de algunas turbulencias. Cuando faltaron autopartes y FIAT amenazó con suspender personal, comprendió que las terminales importan al momento de producir y destrabó los embarques. Desde entonces, Giorgi comenzó a participar de las reuniones y a tener más protagonismo en el sector automotriz, que sigue desde hace años.
Kicillof llena huecos, gana espacios e incorpora funcionarios. Cuentan en Economía que le “copó” a Lorenzino una tarea vital: es el encargado de definir los nombramientos en el Ministerio, mientras arma una suerte de departamento de research. “Alec”, como lo bautizó Moreno, suma poder sin discutir sobre política. Sus discusiones hacia adentro de La Cámpora son eminentemente técnicas. Evita hacerse de enemigos que frenen su ascenso.
Su Subsecretaría de Competitividad, a cargo de Augusto Costa, trabaja junto a técnicos de Giorgi en los perfiles de rentabilidad de una veintena de sectores económicos para ser tenidos en cuenta a la hora de negociar paritarias. Kicillof también compartirá cartel con la ministra de Industria en las rondas sectoriales del Plan Industrial 2020, que arrancarán en marzo. Fue el encargado de marcarle la cancha a YPF con datos sobre inversión y diferencias de precios en la primera reunión del Gobierno con las petroleras luego de la denuncia por “cartelización”.
En este escenario –y con el histórico Juan Carlos Pezoa controlando Hacienda–, Lorenzino se mueve en un terreno limitado, con tres subordinados que, queriendo o sin querer, le disputan poder. Monitorea el calmo océano financiero –no hay ninguna transacción importante a la vista– con Mercedes Marcó del Pont, con quien construyó una buena relación. Firma acuerdos con empresas, como el que signó ayer con Renault, e hizo de anfitrión en la visita del industrial brasileño Paulo Skaf. El martes tuvo su misión más difícil: recibió, junto con De Vido, al presidente de Repsol, Antonio Brufau. Pero el Gobierno decidió quitarle relevancia mediática al no comunicarla.
FUENTE:Publicado por www.cronista.com
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