martes, 20 de marzo de 2012

LA PRESIDENTA NO HA PODIDO USUFRUCTUAR A PLENO LAS MIELES DE LOS 100 DÍAS.
No sólo es cuestión de voluntad; al Gobierno le ha estallado un cúmulo de problemas que si los analizamos bien no podemos catalogarlos de imprevistos.
Por: Aldo Norberto Bonaveri
Pregon Agropecuario
Está mundialmente considerado que los primeros 100 días de gobierno son un período de gracia, en dicho lapso los mandatarios gozan naturalmente de toda la legitimidad que le otorga un reciente triunfo electoral; no presentan desgaste, es el momento que ostentan naturalmente el mayor poder, y en consecuencia, cuando disponen de un margen de maniobra más amplio para implementar políticas innovadoras y, tomar decisiones correctivas en cuestiones que en otro momento puede generar más resistencias. 
Tal concepto provisto de toda lógica alcanzó su máxima expresión en los Estados Unidos en 1933, cuando al asumir su primer mandato Franklin Delano Roosevelt ejecutó el célebre “New Deal” (Nuevo Trato), de los «Cien Días», en el que se dictaron la adopción de numerosas leyes inherentes a la trasformación de la economía, las que a la postre consolidaron al país como la primera potencia mundial.
Cristina Fernández de Kirchner está cumpliendo hoy los 100 días de segundo gobierno; a la prerrogativa que habitualmente se les concede a los primeros mandatarios, la actual presidenta sumaba la contundencia del 54% de los votos obtenidos en octubre pasado. Si a ello se le suma su pronunciada vocación de poder, la mayoría parlamentaria en ambas cámaras y la opacidad en la que está sumida la oposición, para la mayoría de los argentinos, los primeros tres meses del corriente sucederían con mayores sobresaltos para la inquilina de Balcarce 50.
No hay duda que el escenario actual no se asemeja a aquella presunción; nadie podrá decir que Cristina Fernández no puso todo su empeño en que así fuese, pero no sólo es cuestión de voluntad; al Gobierno le ha estallado un cúmulo de problemas que si los analizamos bien no podemos catalogarlos de imprevistos. Seguramente no estaban en el pensamiento de esa mayoría que la respaldó en las urnas, pero las complicaciones que hoy jaquean al poder, algunas fueron advertidas por especialistas y, otras son producto de errores y/o la soberbia que le es propia.
La disposición de reducir los subsidios es técnicamente correcta, el país no puede aguantar el festival desenfrenado de subvenciones, (el año pasado le costaron al país $ 72.000.000.000) ; los valores de los servicios públicos en Argentinas son irrisorios comparados con cualquier otro país. No obstante el Gobierno carece de autoridad para recortar en el porcentaje que lo tenía planeado. La implementación indiscriminada que se dispuso desde los tiempos de Néstor Kirchner constituyó una gran hipocresía, hizo aparentar un bienestar que indujo a consumos desproporcionados, con derroches energéticos que cada vez son más inocultables. 
Los subsidios son un resorte de la economía para ser empleados excepcionalmente, deben ser circunscriptos para atender los casos plenamente justificados, jamás deben ser aplicados masivamente. El abuso incurrido en los últimos ocho años en la materia, resultó una contradicción de una de las muletillas predilectas del oficialismo; por lejos, los más beneficiados resultaron quienes cuentan con mejor poder adquisitivo. Cualquier evaluación que se practique en los consumos de gas, energía eléctrica y agua corriente me eximen de mayores comentarios.
La tragedia de Once es la consecuencia de los gruesos errores incurridos por el Gobierno en materia ferroviaria, los usuarios de ese transporte viajan en condiciones infrahumanas en el área metropolitana y, pese a las protestas reiteradas y anteriores accidentes acaecidos en los últimos años nada se hizo al respecto. Quien en su momento tuvo el delirio del tren bala, soslayó por completo las pésimas condiciones en que está el vetusto equipamiento, con material rodante de la década del 50. Nadie medianamente sensato podrá argüir que no fueron varias las voces que se alzaron para prevenir sobre el calamitoso estado, incluido los informes técnicos correspondientes. 
Imprevisiones, improvisaciones y desatinos recurrentes son una marca indeleble de las administraciones K en materia energética. En contramano con el crecimiento acumulado por la economía argentina, merced un ciclo favorable inédito por la revalorización de nuestros productos de intercambio, tanto la producción de combustibles como las reservas de gas y petróleo vienen declinando gradual pero sostenidamente. Es así nuestro país perdió el autoabastecimiento, lo que derivó en un incremento acentuado de las importaciones, que este año le significaran al Estado un éxodo de divisas calculado en u$s 10.000.000.000. 
Por estos días la presidenta la emprende contra las petroleras en general e YPF en particular, acusándolas de no haber realizado las inversiones correspondientes. Seguramente estas no se han efectuado, pero ¿recién ahora el Gobierno se percata de tal déficit?; esta situación fue debidamente advertida por expertos, destacándose los amplio informes elevados por los 8 ex secretarios de Energía de la Nación, quienes pese a provenir de diferentes corrientes ideológicas coincidieron tanto en el diagnóstico como en la propuesta; más invariablemente desde el poder se hizo caso omiso. Sin juzgar las razones que existan en el presente para intimar a las empresas explotadoras, cabe preguntarse porqué se consintió durante 8 años este proceder. Si algo es irrefutable es la responsabilidad que le asiste al Gobierno en el desmedro de estos recursos estratégicos.
Allí no se agotan los yerros que por estos días afloran. La intromisión que significa el oscuro Proyecto X; la embarazosa situación en la que se involucra nada menos que el vicepresidente de la nación; la pirotecnia verbal que habitualmente se emprende contra medios y periodistas marca no sólo la intolerancia, sino que también evidencian un estado de nerviosismo provocado seguramente por una economía que se enfría, la limitación a las importaciones está provocando faltantes de insumos que a la vez condicional la producción, la emisión que aumenta sin pausa, el superávit comercial que se acota, la caja que se reduce y la imagen positiva, alta aún, ha empezado a declinar.  
En tal contexto, la presidenta no ha podido usufructuar a pleno las mieles de los 100 días.
FUENTE:Enviado por e-mail por el autor a traves de Pregon Agropecuario

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