miércoles, 21 de marzo de 2012

Para España, el golpe a YPF le pone fin a la asociación estratégica

CRONISTA.COM

Fernando Gonzalez

 Director Periodístico

España no tiene dudas y sólo espera el próximo movimiento de Cristina para definir el futuro de Repsol-YPF. Considera que el avance estatal sobre la petrolera que es su compañía industrial más importante le pondrá fin al acuerdo de asociación estratégica con la Argentina, que Néstor Kirchner y el entonces primer ministro, José Luis Rodríguez Zapatero, firmaron el 22 de junio de 2006. “Que nadie se equivoque; Repsol no es Aerolíneas”, explica un miembro del gobierno español consultado por El Cronista. Nada será igual. Para ellos es un caso testigo que modificará inevitablemente el rumbo de la relación bilateral.
El gobierno de España no tiene claro todavía que es lo que el gobierno argentino quiere hacer con Repsol-YPF. Y eso se debe a que la Presidenta tampoco ha definido aún su plan para avanzar sobre la petrolera fundada por el general Mosconi en 1907 y privatizada por el peronismo en 1999. El fallecido Kirchner fue quien primero habló de ‘argentinizar‘ la compañía en la que él mismo ayudó a consolidar a la familia Eskenazi como los socios empresarios locales. Pero algo pasó a fines de la década pasada que lo hizo cambiar de idea. El Cronista registró esos movimientos y publicó en febrero de 2009 los primeros intentos para nacionalizar YPF. Cristina los retomó a comienzos de este año, luego de su espectacular triunfo de octubre pasado, y las versiones hablaron al principio de una estatización lisa y llana que se iba a anunciar el 1 de marzo en la sesión inaugural del Congreso para menguar después en un avance estatal que se iría concretando a través de la cancelación de concesiones por parte de las provincias petroleras.
Mucho tuvo que ver en esos matices estatistas el par de llamados que el rey Juan Carlos le hizo a la Presidenta en las horas previas a su discurso parlamentario. Repsol no es sólo la empresa multinacional que encabezaba el milagro económico español de las últimas tres décadas. También es la compañía a la que el rey le dedica sus muy reconocidas dotes de relacionista público con los poderosos del planeta.
De todos modos, la presión real no impidió que hace dos semanas dos funcionarios kirchneristas, el viceministro de Economía, Axel Kicillof, y el secretario de Energía, Daniel Cameron, acompañaran al director estatal en YPF (el subsecretario de Planificación, Roberto Baratta) para participar de una reunión de directorio de la compañía y evitar la distribución de dividendos. Ese primer intento no fue exitoso pero sí el segundo que se concretó una semana después. Con permiso español, los tres funcionarios argentinos participaron de la asamblea y formalizaron sus objeciones a la política de inversiones y a la estrategia financiera. 
La voz cantante en esos encuentros la llevó Baratta, el director estatal por mandato de la Anses. Y, aunque en silencio, la estrategia de fondo pareció estar diseñada por Kiciloff, una cara nueva y desconcertante para el catalán Antonio Brufau, el CEO de Repsol-YPF. El dato concreto para los españoles fue la prescindencia del ministro de Planificación, Julio De Vido. Les quedó claro que el santacruceño fortalecido por Néstor y debilitado por Cristina ha dejado de ser el interlocutor válido en este momento de negociaciones tensas y definiciones inminentes.
El flamante gobierno del conservador Mariano Rajoy espera saber ahora cuál será el grado de avance estatal sobre YPF. A la hora de los reproches, recuerdan que España otorgó un crédito de 1000 millones de euros por fuera del Club de París durante la crisis argentina del 2001. Y agregan que ninguna empresa española se fue de este país en aquellos años duros, y que no hubo reclamos en el CIADI contra el congelamiento de tarifas. 
El próximo embajador de España en la Argentina será Román Oyarzum, un diplomático cercano al Partido Popular que viene del ámbito apacible de las Naciones Unidas. A él le tocará lidiar con esta etapa ríspida del vínculo bajo fuego kirchnerista. Su antecesor, el apreciado Rafael Estrella, se lleva el sabor amargo del final conflictivo. Apenas lo pudo matizar anoche con la entrega del premio Equinoccio que la embajada le otorgó esta vez al cineasta Juan José Campanella. Y tiene sentido. La realidad de YPF es una película de suspenso con final abierto.

FUENTE:Publicado en www.cronista.com

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