EN FOCO
El más amado está más solo
Por Luis Sartori
LaRazon
La justicia lo empezó a seguir de cerca, pero todavía falta mucho para que se pueda determinar en sede judicial si Amado Boudou efectivamente ha traficado inf luencias desde el poder. Puede que no, que las evidencias que empezaron a encadenarse sean endebles, insuficientes, no decisivas, mera apariencia. Y puede ser que, entonces, un vicepresidente revitalizado en su limpieza logre recobrar el esplendor del que vino precedido desde los tiempos en que "ella" lo ungió como su compañero de fórmula; que vuelva a treparse a los escenarios a tocar rock con su guitarra y a exhibir en todo su brillo aquella imagen de ganador juvenilmente maduro de la política, tan a tono con los nuevos tiempos que pregona Cristina.
Pero la situación para Boudou ahora, como cantó Lucio Dalla hace tantos años, "está negra, negra". Arrinconado por el "caso Ciccone", bien escaso de solidaridades partidarias, entre solicitadas y desmentidas de sus supuestos amigos-socios-testaferros, el vice fue enviado en las últimas horas a recorrer diarios y canales amigos para jurar su inocencia. "Todo mentira", buscó convencer una y otra vez. Así quebró su anterior largo silencio sobre tema tan incómodo.
Pero el hombre se viene complicando a sí mismo. Se contradice incluso frente a las preguntas "centro a la cabeza" que le tira la prensa K. A la mañana responde una cosa; a la noche, va por otro camino. Ejemplo diáfano: el vicepresidente había negado su actuación en el trámite de quiebra de la imprenta en las entrevistas a Ambito Financiero y Página 12, pero a la noche, por televisión, reconoció que presentó "una nota". Clarín reveló ayer la existencia de esa nota con su firma -de noviembre de 2010, cuando era ministro de Economía- en la que intercedió para que la AFIP ayudara al levantamiento de la quiebra de Ciccone.
Además de su creciente soledad frente a este enorme problema para un Gobierno que se dice progresista, Boudou también padece la desconfianza creciente de algunos pesos-pesado del kirchnerismo. Máximo Kirchner tomó distancia personal y también ideológica (el vice proviene del liberalismo) y le mostró sus dientes cuando colocó a Axel Kiciloff, joven de La Cámpora, con más poder real que el propio ministro, Hernán Lorenzino, propuesto por Boudou. Y Guillermo Moreno lo estropeó un par de veces con su estilo sin timideces, y jamás lo consultó para decidir sobre la economía de modo abarcativo. Al secretario del bigotito se atribuyen los panf letos de "Boudou miente" y los billetes de 100 pesos con la cara de Boudou que se arrojaron en el Congreso el día que habló Cristina. Hasta los jefes del bloque K del Senado le pararon el carro cuando quiso imponer candidatos en algunos cargos legislativos.
Pero la situación para Boudou ahora, como cantó Lucio Dalla hace tantos años, "está negra, negra". Arrinconado por el "caso Ciccone", bien escaso de solidaridades partidarias, entre solicitadas y desmentidas de sus supuestos amigos-socios-testaferros, el vice fue enviado en las últimas horas a recorrer diarios y canales amigos para jurar su inocencia. "Todo mentira", buscó convencer una y otra vez. Así quebró su anterior largo silencio sobre tema tan incómodo.
Pero el hombre se viene complicando a sí mismo. Se contradice incluso frente a las preguntas "centro a la cabeza" que le tira la prensa K. A la mañana responde una cosa; a la noche, va por otro camino. Ejemplo diáfano: el vicepresidente había negado su actuación en el trámite de quiebra de la imprenta en las entrevistas a Ambito Financiero y Página 12, pero a la noche, por televisión, reconoció que presentó "una nota". Clarín reveló ayer la existencia de esa nota con su firma -de noviembre de 2010, cuando era ministro de Economía- en la que intercedió para que la AFIP ayudara al levantamiento de la quiebra de Ciccone.
Además de su creciente soledad frente a este enorme problema para un Gobierno que se dice progresista, Boudou también padece la desconfianza creciente de algunos pesos-pesado del kirchnerismo. Máximo Kirchner tomó distancia personal y también ideológica (el vice proviene del liberalismo) y le mostró sus dientes cuando colocó a Axel Kiciloff, joven de La Cámpora, con más poder real que el propio ministro, Hernán Lorenzino, propuesto por Boudou. Y Guillermo Moreno lo estropeó un par de veces con su estilo sin timideces, y jamás lo consultó para decidir sobre la economía de modo abarcativo. Al secretario del bigotito se atribuyen los panf letos de "Boudou miente" y los billetes de 100 pesos con la cara de Boudou que se arrojaron en el Congreso el día que habló Cristina. Hasta los jefes del bloque K del Senado le pararon el carro cuando quiso imponer candidatos en algunos cargos legislativos.
FUENTE:Publicado en www.larazon.com
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