Cronista.comLuis Majul Periodista
El embajador artículo quinto Jorge Asís sostiene que, una de las curiosidades de este momento político, es que el gobierno parece someter a sus adversarios con un breve acto sexual de cinco minutos y sin la necesidad de mantener una erección ni siquiera decorosa. Asís considera además que los que manejan la administración nacional son tan audaces como improvisados, y que solo se mantienen a flote porque la oposición es, todavía, más mediocre que el pequeño círculo de influyentes que rodea a Cristina Fernández.
Más allá de la pintoresca comparación, esta claro que hoy la Presidenta puede hacer casi todo lo que quiere, porque está sola en la cancha y aún no aparece una alternativa con posibilidades de capitalizar el hartazgo que siente el 40% de la sociedad por los modos y el estilo de la jefa de Estado.
La expropiación de YPF es un ejemplo contundente. Con un solo movimiento, Ella interrumpió la caída de imagen positiva e intención de voto que venía sufriendo desde la histórica victoria electoral de octubre del año pasado. Y no solo eso. Además quitó de la agenda política el escándalo del vicepresidente Amado Boudou, la tragedia de Once y el constante aumento del costo de vida. Pero además, dejó a la Unión Cívica Radical y el Frente Amplio Progresista entrampados entre sus propios clichés ideológicos y la denuncia testimonial sobre lo mal que seguirá funcionando YPF con la nueva gestión oficial.
Cuando finalice el trámite parlamentario, Cristina Fernández podrá vanagloriarse de que la abrumadora mayoría del arco político está de acuerdo con lo que acaba de hacer. ¿Era necesario hacerlo de manera tan prepotente e intempestiva, con la irrupción al domicilio de Antonio Brufau incluída? Desde la lógica de Cristina Fernández y La Cámpora, no solo era necesario. Era imprescindible presentarlo así. Y era imprescindible para darle el perfume de epopeya y reivindicación que disimulara la responsabilidad de Néstor Kirchner y de Ella misma en la crisis energética. Y también para disciplinar a los que todavía dudan de la audacia de la Presidenta transformadora.
Al Gobierno, en el fondo, no le molesta que lo califiquen de autoritario y prepotente. Ni siquiera le importa demasiado que el periodismo crítico lo acuse de manipular la justicia a favor de la impunidad de Boudou y sus socios en el caso ex Ciccone. Al contrario: analiza la jugada como una acción disciplinadora con efecto inmediato sobre cualquier otro fiscal o juez federal que se le ocurra investigar a una figura cercana a la mandataria.
Nada demasiado diferente a la lectura que se podría hacer de la venta del 55% de las acciones del grupo de medios que Daniel Hadad le hizo al empresario del juego y del petróleo Cristóbal López la semana pasada. Porque hacia adentro y hacia afuera del cristinismo la interpretación es la misma: no hay lugar para tibios ni para medias tintas. O estás con Cristina o serás su enemigo y deberás soportar todo el poder del aparato estatal, desde una causa inventada por la AFIP hasta la quita de la publicidad oficial y el inevitable fin de tus negocios y actividades. Pero lo más interesante de semejante fenómeno político es que provoca admiración y empatía en un alto porcentaje de la sociedad. En una buena parte de quienes aplauden los atropellos e irregularidades y los interpretan como coraje y voluntad para gobernar. En este contexto, lo único que puede frenar al Huracán Cristina y su proyecto de ser otra vez elegida cuando termine su mandato, en 2015, es la desaceleración de la economía o el cambio de actitud de dirigentes como Daniel Scioli o Mauricio Macri, quienes manejan tiempos más lentos que la parte de la sociedad a la que parecen representar.
Un auto sin nafta
No hay un consenso mayoritario sobre hacia donde irá la economía durante los próximos meses. Se ubiquen cerca o lejos del gobierno, la mayoría de los economistas coinciden en que la inflación se mantendrá alta pero que no se desbocará, que si no se corrigen los problemas estructurales la virtual convertibilidad y el cepo del tipo de cambio se podría resentir aún más la productividad y que las negociaciones paritarias todavía no están afectando al modelo. Uno de los que mejor explica la situación es el presidente del Banco Ciudad, Federico Sturzenegger, cuando afirma: El auto donde viaja la economía argentina no va a chocar de frente, ni va a volcar. Sin embargo, todo parece indicar que se está quedando sin nafta. Es una buena figura. Porque se sabe: un vehículo puede andar, incluso a máxima velocidad, con muy poco combustible, y solo se detiene cuando se acaban todas las reservas. Es decir: si el conductor no mira el tablero que marca la falta de nafta, los demás pasajeros no tienen por qué adivinar que en cualquier momento el auto se detendrá. O para decirlo de otra manera: el malhumor de los argentinos solo se empezará a notar cuando el vehículo esté a punto de pararse o cuando se detenga de manera definitiva.Daniel y Mauricio
Scioli y Macri piensan sus estrategias con distintos escenarios económicos de un lado del escritorio y una encuesta de imagen e intención de voto del otro lado. Al gobernador de la provincia de Buenos Aires lo están empezando a presionar los peronistas que no se sienten contenidos por el proyecto transversal de Cristina y desprecian a los dirigentes de La Cámpora, por su escasa trayectoria y su ilimitada ambición de poder. El líder de la CGT, Hugo Moyano; el ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el diputado nacional por Unión por Todos, Francisco De Narváez y el intendente de Tigre, Sergio Massa, son algunos de los que le dijeron, con más o menos sutileza, que para ganar 2015 tiene que plantarse el año que viene, en las elecciones legislativas de 2013. Macri, por su parte, está empezando a comprender que el peronismo no lo va a ir a buscar como su candidato, a menos que no encuentre alguna alternativa mejor entre los gobernadores que todavía no se animan a enfrentar a Ella y la caja del Estado Nacional. El jefe de gobierno de la Ciudad ya sabe que lo que le dio resultado el año pasado no necesariamente le va a funcionar si su meta es llegar a ser el próximo presidente de la Nación. Por eso ya no repite más ¿viste que tenía razón cuando decía que no tenía que ir a competir y perder contra Cristina?. Por eso decidió, contra la opinión de los mismos que le aconsejaron no enfrentar a la Presidenta, decir lo que piensa de verdad sobre la expropiación de YPF. A veces, para ganar y demostrarle a la sociedad que tienen lo que hay que tener, los dirigentes deben decir y hacer las cosas por convicción, y no con la mirada en el resultado parcial de la última encuesta.Cristina Fernández lo aprendió de Néstor Kirchner desde hace muchos
FUENTE:Publicado en www.cronista.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario