martes, 17 de abril de 2012

Antecedentes y contexto de una sonora expropiación

PorLUIS SARTORI
LaRazon
  
Hay dos hitos que no pueden olvidarse ante la ruidosa noticia de que la mayoría de YPF volverá al Estado argentino bajo el mandato de Cristina: en los 90, los Kirchner aprobaron su privatización -decidida por Menem-, que le dejó 600 millones de dólares a Santa Cruz sobre cuyo destino nunca rindieron cuentas; y en 2008 impulsaron el ingreso de la familia Eskenazi, dueña del Banco de Santa Cruz, como accionista y gerenciadora de YPF, y permitieron que esa "argentinización" se basara en el reparto del 90% de las utilidades entre los accionistas, de modo tal que Eskenazi fue pagando su parte con las ganancias de la petrolera y contribuyó a que la empresa se fuera descapitalizando. Estos datos señalan más un interés económico que una estrategia energética en resguardo del interés nacional.

También hay un contexto: la falta de gas y de petróleo supo- ne una crisis energética, que no apareció de un día para el otro sino que fue un proceso desarrollado en su mayor parte en los nueve años de administración kirchnerista y sobre el cual los especialistas no K vinieron alertando por años; y esta crisis energética que lleva a la expropiación de YPF coincide con la escasez de divisas, que a su vez derivó en el cepo sobre los dólares y en el corte a la importación de bienes y servicios.

La presidenta, justamente, se mostró ayer alarmada por la impresionante factura de la importación energética, una de las causas de la falta de divisas: creció 1.600% desde el 2003, de 548 millones de dólares a 9.397 millones. Recordemos: en 2003 (son datos del INDEC), el país no tenía déficit energético, sino un superávit de 4.864 millones de dólares. En la otra punta de esta historia, el 2011 cerró con un déficit de 2.931 millones de dólares.

La reestatización de Y PF se proclama para recuperar el abastecimiento energético, que el país perdió en los últimos años, situación que lo llevó a importar gas y petróleo por primera vez en 17 años. Sería una gran noticia frenar la caída de la producción y volver a tener reservas para muchos años. Pero para eso convendría no clonar la mala experiencia de Aerolíneas, un agujero negro para la economía estatal: la nueva conducción debe quedar en manos idóneas y no entrampada en la militancia aun, claro, teniendo en cuenta que las decisiones estratégicas siempre serán políticas. Es el primer paso imprescindible.

Cristina resolvió pagar el costo de una crisis con España y con Europa, y la posibilidad de ahuyentar inversores que podrían revitalizar YPF. Debe estar muy convencida de los beneficios que esta decisión histórica le reportará a la balanza comercial y a las finanzas públicas.

YPF, empresa estratégica, no debió haber sido privatizada a lo Menem: lo demuestran los resultados dos décadas después. Pero su reestatización de un saque, y sin negociación, podría mutar de festejo en otro dolor de cabeza.

FUENTE:Publicado en www.larazon.com

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