POR FRANCISCO ALARCON
Hugo Chávez: lenguaje de despedida
En sus ultimas apariciones, Chávez habla y balbucea con desesperación como si quisiera desaparecer todo a su alrededor; manifestando una incontinencia desordenada que se genera en lo más hondo de su ser. Como si la vida se le fuera en cada palabra que suelta ¿Será el lenguaje de la despedida la que lo lleva a incurrir en tantas groserías junto a sus ministros, cuando en Venezuela todavía existen familias y gente decente que no comulga con este repertorio escatológico?
Eso de arrogarse la jerigonza del malandro no creo que les de réditos electorales a los camaradas, contrariamente los desdibuja de la idiosincrasia nuestra. La desmoralización de un individuo no debe ser el calvario de todos los chavistas. Las amenazas y las pretensiones de devastar lo que queda de Venezuela en el corto plazo, son las patadas de un ahogado hundido en su propio fracaso, viendo cómo la misericordia lo va abandonando. Incluso Cristo condena cuando los mortales quebrantan las leyes naturales y se burlan de la desgracia ajena. Dante recogió esas pasiones en su obra magna, pues debe haber infierno para quienes osen contra todo principio de la justa convivencia, y el camino de la indulgencia para quienes entreguen sus vidas a la caridad y concordia.
Así, el mundo siempre anduvo antes de que aparecieran los adefesios, que también existieron primitivamente pero en menores proporciones, y no constaba el marxismo ni se hablaba del comunismo, sino del pecador y pecado como normas de vida, sin la necesidad que visitáramos a diario a las iglesias, o nos diéramos golpes de pecho.
Aludía Shakespeare aquella providencia, que no sabemos si divina, para que sucedieran las cosas mas cotidianas, en este mundo simple y a la vez complejo, cuando se confunden las compresiones y discrepancias, cuando un abjuro reza y llora ante el Señor buscando la complacencia que no supo cultivar en su gloria. El ser humano es extraño cuando se lamenta ante la cercanía de la muerte, reconfortante e inmanente, amiga de todos los mortales, que con fuerzas corrientes se encarga entre otras cosas de recoger a los difuntos.
Por qué tanta desesperación del oficialismo si unas elecciones conciernen a este universo, y para quienes estén en posesión de la vida, sin ir tan allá irrogando ofensas y amedrentando a los demás. Cosa que antes nunca habíamos visto en los anales de nuestra historia, en qué cabeza cabe crear un comando antigolpe, violentando la paz, presumiendo de la mala fe de los electores, o atribuyéndose la seguridad con el deseo infinito de permanecer en el poder, y estimulando a su vez el terror, cual no beneficia a ninguno en un país que se halla confinado en una tragedia. Mirando discurrir una supuesta revolución en la vorágine de trece años de destrucción. ¿Qué será lo que quieren los chavistas, insuflando más odio y entonando una terminología despreciable contra los venezolanos? Ya no les basta con sus ya habidas riquezas y derroches. No observan la dinámica del mundo actual, que hasta las propias leyes del ecosistema obran contra los seres, cuando causan irreparables daños al medio. No todo es olvido, han transcurrido trece años de inanidad pero también se han ido abultando los difuntos, los presos políticos, los exiliados y muchas cosas que podemos señalar.
Acaso, no es suficiente con eso, para pretender llevarse antes de partir lo poco que queda de esta patria. Terriblemente se ausentará con ese lenguaje de la despedida, en vez de invocar la fraternidad y la buena voluntad de los hombres, y mujeres que moran en esta Venezuela herida y sangrante. Cuando la magnanimidad se impone por encima de cualquier animo de fanatismo y hecatombe.
Son tiempos de reflexión para los compatriotas, estamos aún con posibilidades de continuar subsistiendo en una nación donde quepamos todos y desenterremos los recursos para nuestro sustento y mejora.
Por Francisco Alarcón, para el diario La Voz, de Venezuela
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