Efectivamente van por todo
Autor del libro “Los mitos setentistas”
Todo aquel que haya interpretado el “vamos por todo” que espetó hace no mucho Cristina Kirchner en el bicentenario de la creación de la Bandera Argentina en la ciudad de Rosario, más como el producto de la euforia momentánea que como la desembozada confesión de quien tiene un plan totalizante, en virtud de los sucesos que se vienen superponiendo unos a otros a toda velocidad en las últimas jornadas puede verificar su equivocación.
En los últimos dos días nos hemos enterado de dos noticias que hacen que el eco de aquel “vamos por todo” vuelva a nuestros oídos, en forma de recuerdo, como señal de alerta. La primera: la compra de medios de comunicación que hizo Cristóbal López; la segunda: el desplazamiento del juez Daniel Rafecas de la causa de corrupción que involucra y compromete seriamente a Amado Boudou.
Hegemonía mediática
Cristóbal López es igual y al mismo tiempo distinto a Lázaro Báez y a Rudy Ulloa. Igual, puesto que es, junto a los otros dos, uno de los llamados “empresarios K” beneficiados extraordinariamente por el poder político en lo que a sus negocios refiere. Distinto, porque a diferencia de los otros dos, éste no construyó su fortuna con arreglo a los favores de Néstor y Cristina; simplemente la incrementó vertiginosamente.
Con un ingreso anual de unos 3.028 millones de pesos (según datos de una investigación del diputado provincial Walter Martello), Cristóbal López es todo un símbolo de aquella abstracción inefable que dieron en llamar “modelo nacional y popular”.
Kirchnerista de primera hora, López conoció a Néstor Kirchner en 1988 a través de un contacto en común y le pidió al entonces gobernador santacruceño una ayuda en la adjudicación de una obra. La gestión fue exitosa y desde entonces los vínculos entre sendos personajes se irían aceitando con el tiempo.
Cristóbal López confiesa públicamente que al kirchnerismo lo une principalmente un vínculo de favores: “No tengas ninguna duda que estoy agradecido. […] Y si tengo que nombrar a los tipos que me dieron una mano, tengo que decir ‘Néstor Kirchner’” (Majul, Luis. El dueño. Buenos Aires, Sudamericana, 2009, p. 102).
Pero todo indica que llegó el momento de devolver favores, y López tuvo que desembolsar esta semana unos 40 millones de dólares para comprar los medios del grupo Hadad (Radio 10, C5N, entre otros) y colocar algunas usinas de información más en manos del oficialismo.
La consolidación de la hegemonía mediática que persigue el kirchnerismo importa el traspaso de la palabra y la información del ámbito privado y libre, a las influencias directas del ámbito estatal. Hay básicamente cuatro formas de hacer esto que, en perfecta combinación, dan lugar a la hegemonía: adiestrando y politizando en extremo a todos los medios públicos (como es el caso del canal televisivo estatal); manipulando a medios privados permeables a resignar la imparcialidad periodística a cambio de dinero en forma de propaganda oficial (como es el caso de Página 12); afectando a medios que rehúyen a unirse a la hegemonía mediática mediante el retiro total de propaganda oficial (como es el caso de Perfil); y finalmente, con una enmascarada “expropiación” que hace un empresario amigo del poder comprando un medio y poniéndolo a disposición del gobierno, tal y como hizo Cristóbal López.
La Argentina va, en el sentido de estas formas de ir hegemonizando la palabra y la información, quedándose sin libertad de expresión.
Defunción republicana
Hace no mucho, en virtud de que devino en un estorbo para los intereses de Boudou en la causa de la ex Ciccone, el oficialismo le dio un puntapié a Righi de la Procuraduría General y propuso en su reemplazó a Daniel Reposo, un adicto al gobierno que en su cuenta de Twitter se define como “peronista K”.
Ahora le llegó el turno al juez Daniel Rafecas quien, tras comprometer aún más al vicepresidente luego del allanamiento que se hizo en su departamento de Puerto Madero donde se descubrió que Vandenbroele pagaba las expensas y el cable de televisión, fue desplazado de la causa.
Llama la atención que haya sido nada menos que la Sala I de la Cámara Federal porteña la que decidió la recusación contra el juez Rafecas, puesto que se trata de aquella misma que resolvió que en Skanska no hubo coimas, a contrapelo de las propias confesiones de los empresarios vinculados al escandaloso caso de corrupción que, como tantos otros, ya quedó en el olvido.
Así las cosas, las puertas se le abren nuevamente al juez estrella del kirchnerismo Norberto Oyarbide, quien podría hacerse cargo de la causa, al igual que ha tomado (y dejado en el olvido o archivado) todas las causas sensibles al gobierno.
La Argentina, con las líneas que separan los poderes del Estado borradas prácticamente del todo, está asistiendo a la defunción republicana.
“Vamos por todo” espetó Cristina Kirchner a fines de febrero, en el bicentenario de la creación de la bandera. ¿Sigue pensando que la frase carecía de significado real?
FUENTE:Publicado en www.informadorpublico.com
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