La Argentina rechaza un proyecto de coordinación militar ideado por EEUU
Por segunda vez, el gobierno formalizará su desacuerdo con la propuesta de la Junta Interamericana de Defensa (JID). La Casa Rosada argumenta que la iniciativa excede las atribuciones soberanas de los poderes políticos-civiles.
TiempoArgentino
El fantasma de la Escuela de las Américas se resiste a morir. Ahora es la Junta Interamericana de Defensa (JID), el organismo con sede en Washington que, en los papeles, agrupa a representantes de las Fuerzas Armadas de todo el hemisferio. Bautizado en inglés como Inter American Defense Board, la internacional castrense que depende de la OEA acaba de abrir un fuerte debate en todo el continente al presentar en marzo último una propuesta para intervenir ante situaciones de desastres naturales o catástrofes humanitarias. El documento de la JID, cuyo titular es el teniente general canadiense Guy Thibault y su director ejecutivo el general de división brasileño Juarez Aparecido de Paula Cunha, fue entregado a todos los países del hemisferio. El texto contiene aspectos muy polémicos que responden a un principio general: pretende crear una coordinación internacional de las FF AA del hemisferio, bajo el paraguas de la OEA y con autonomía de los gobiernos civiles, para intervenir con mayor eficacia “en la prevención, auxilio y recuperación de la población” ante casos de desastres.
La posición oficial de la Argentina, presentada casi de inmediato, el 22 de marzo en la última reunión de la Comisión de Seguridad Hemisférica de la OEA, fue un rechazo en toda la línea. El gobierno volverá a objetar la propuesta el 16 y el 17 de abril en Montevideo, donde se realizará la reunión preparatoria del próximo encuentro de ministros de Defensa de las Américas, programado para octubre.
Sin disimulo ni demasiado eufemismo, el “Plan para Mejorar la Orientación y Asesoría de la JID en casos de Desastres” muestra sus cartas desde las primeras fundamentaciones. En la página 2 del documento, al que accedió Tiempo Argentino, se esboza un preámbulo que desnuda un marco doctrinario inspirado en el Comando Sur del Ejército estadounidense (SOUTHCOM). Allí, se deja la puerta abierta para acciones unilaterales de las FF AA ante situaciones de emergencia, sin tener en cuenta a las autoridades civiles locales. “La constante participación de las FF AA en estos menesteres, les ha proporcionado amplia experiencia, lo cual conlleva a que su actuación se dé por sí o conjuntamente con la autoridad del nivel que corresponda, de acuerdo al nivel de la afectación”, dice el texto.
El plan de la JID para casos de desastres muestra una evidente coherencia con el modelo de intervención de los marines estadounidenses ante catástrofes sociales o naturales: el ejemplo más emblemático es el terremoto que afectó a Haití en enero de 2010, cuando 2200 soldados de
EE UU aterrizaron en la capital, Puerto Príncipe, con autorización de las Naciones Unidas. En el ambiente de las organizaciones especializadas en situaciones de desastre se define la forma de intervención de los marines como “asistencia dirigida”, un método que se caracteriza por la acción vertical, externa y sin participación de la comunidad local. Ese modelo de intervención queda expuesto en las primeras páginas del documento elaborado en Washington: al citar antecedentes, la JID reconoce que “los militares han demostrado ser un elemento relevante para realizar acciones a ser desarrolladas en los primeros momentos, después de la ocurrencia de catástrofes, permitiendo ser empleados en países amigos”.
La propuesta del organismo que reúne a representantes de las FF AA de todo el hemisferio (con la excepción de Cuba) expone sus objetivos con bastante crudeza. Al enumerar las metas a alcanzar, dice que la prioridad número uno es “desarrollar una concepción estratégica que permita presentar una respuesta militar efectiva, en apoyo de las autoridades civiles, en caso de desastre”. También plantea como metas “establecer un sistema de comunicación eficiente y eficaz” para facilitar el intercambio de información sobre episodios de desastre. Otro objetivo es “establecer y mantener un banco de datos actualizado” que permita adoptar medidas preventivas por los países y ONG especializadas en catástrofes.
En lo operativo, el documento de la JID propone crear dos nuevas reparticiones, que pasarían a depender de la propia Junta de Defensa, con sede en 16th Street NW, 2600, Washington: el Centro de Optimización de Respuesta Efectiva (CORE) y el Centro de Análisis y Manejo de Información (CAMI). El plan diseñado por la JID comenzó a circular por los gobiernos latinoamericanos a principios del mes pasado. En la Casa Rosada no tardó en encender alarmas. El Ministerio de Defensa y la Cancillería, tanto a través de la Comisión Cascos Blancos como de la Dirección de Organismos Internacionales, estudiaron la propuesta y emitieron dictámenes internos aconsejando su rechazo.
La posición oficial de la Argentina se conoció el 22 de marzo, al reunirse en Washington la Comisión de Seguridad Hemisférica de la OEA. El subsecretario de Política Latinoamericana, Diego Tettamanti, presentó un documento –elaborado en conjunto por Defensa y Cancillería– que rechaza la propuesta de la JID (ver aparte).
En la Casa Rosada conformaron un equipo interdisciplinario para preparar la respuesta oficial de la Argentina. En el tema intervinieron el secretario de Relaciones Internacionales del Ministerio de Defensa, Alfredo Forti; el titular de Cascos Blancos, Gabriel Fuks y el propio Tettamanti. “La Junta de Defensa Interamericana es un foro militar, en los últimos años ha sido un órgano autónomo, con una fuerte impronta castrense y muy poca subordinación a la conducción política por parte de los gobiernos democráticos. De ninguna manera nos oponemos a que los militares, en determinadas ocasiones, asistan en situaciones de catástrofes. Incluso la Ley de Defensa Nacional establece que la asistencia en emergencias está dentro de las misiones subsidiarias de las FF AA. Pero no creemos necesaria la militarización de la atención en desastres y convertir eso en la nueva función principal de las FF AA. Eso invadiría otros ámbitos civiles que se encargan de eso”, dijo Forti a Tiempo.
“No puede existir una coordinación a nivel internacional que exceda las atribuciones soberanas de los poderes políticos-civiles. Lo que nosotros cuestionamos es que la JID se transforme en una especie de estructura supranacional, en una internacional para coordinar entre las distintas FF AA del hemisferio”, argumentó Fuks.<
Los argumentos del gobierno
El documento argentino recuerda que las nuevas atribuciones que pretende autoasignarse la Junta de Defensa Interamericana (JID)exceden su competencia natural. Según la OEA, la JID sólo puede “asesorar” sobre cómo actuar ante situaciones de emergencia, pero nunca dirigir desde Washington una coordinación internacional de las Fuerzas Armadas que vaya por encima de los Ministerios de Defensa. En Balcarce 50 relacionan el Plan de la JID con las reuniones periódicas que viene realizando el Comando Sur –el área del Pentágono dedicada a América Latina– por distintos países de la región: las más recientes en Costa Rica y Chile. “Da la casualidad que el corazón del mismo proyecto, que consiste en organizar un esquema centralizado de todas las FF AA coordinado para atender a desastres, fue planteado por EE UU en las conferencias de ministros de Defensa del hemisferio”, recordó el secretario de Relaciones Internacionales del Ministerio de Defensa, Alfredo Forti, en diálogo con este diario. Para el Estado argentino, la intervención pública ante situaciones de catástrofes debe estar dirigida por órganos civiles, como la Dirección Nacional de Protección Civil, que depende del Ministerio del Interior, Cascos Blancos de la Cancillería, y otros organismos.
Además, el gobierno tiene previsto objetar la colaboración entre el Comando Sur y la provincia del Chaco para coordinar una programa de asistencia humanitaria en el distrito.
La clave
Antecedente
En el año 2009, la Argentina no renovó su participación ante la Junta de Defensa Interamericana (JID). Aunque el organismo formalmente tiene 34 miembros, sólo diez muestran una presencia permanente con delegados de sus Fuerzas Armadas.
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