viernes, 25 de noviembre de 2011

Moyano y el diálogo en tiempos de vacas flacas

 

Elizabeth Peger 
Cronista.com
Ni en el Gobierno ni en la CGT se esfuerzan en negarlo: no hay diálogo, no existe. Si hasta el propio Hugo Moyano, en sus habituales charlas de café con importantes empresarios, suele pasar lista de todos los funcionarios que desde hace un par de meses ni le responden los llamados. Está enojado, molesto y no lo oculta. Pero hace un esfuerzo supremo por evitar cualquier exabrupto en público. La razón es simple, estratégica: prefiere esperar a que la presidenta Cristina Fernández devele el objetivo final de la cruzada que decidió librar contra la poderosa estructura sindical. Claro que tiene sus sospechas, pero está resuelto a caminar con pie de plomo, expectante, cauteloso.
La conformación del futuro Gabinete es una de las claves por cuya definición aguarda Moyano. En su entorno señalan que la principal expectativa se concentra en el posible desembarco en la Jefatura de Gabinete de Julio de Vido, el único funcionario que hoy conserva una cuota de crédito entre los jefes sindicales. Sin embargo, admiten su preocupación por la forma en que se integrarán otros ministerios sensibles a sus intereses.
Esa inquietud ya animó a la primera línea moyanista a delinear estrategias preventivas. Una de ellas apunta a abroquelar y fortalecer la red de gremios del transporte y a aquellos que alguna vez comulgaron en el viejo MTA, para lo cual cerca del camionero comenzaron a organizar un encuentro para los primeros días de diciembre. “Si vienen por nosotros hay que estar preparados”, razonó con ironía un aliado del jefe cegetista.
En otros sectores sindicales, dirigentes críticos y opositores al camionero se muestran menos inquietos por el tenor de la escalada en el discurso presidencial contra los gremios. “Pueden querer romper con Moyano, pero no pueden romper con todos”, afirman. Entre esos grupos interpretan la ofensiva oficial como parte de un plan para limitar la capacidad de reacción sindical frente a algunas medidas aprovechando el impulso del 54% de los votos conseguidos en las elecciones. En ese esquema de análisis, la principal apuesta de la Casa Rosada se enfocaría en garantizar el disciplinamiento gremial de cara a la próxima ronda de paritarias, donde el kirchnerismo buscaría consagrar un tope de 18% para los aumentos para encarar luego algunas medidas de control de la inflación. Claro que se trata de una apuesta con la que Moyano no comulga y a la que parece decidido a resistirse.
FUENTE:www.Cronista.com

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