jueves, 19 de noviembre de 2015

El mito del empresario que abusa de los consumidores por Iván Carrino

ImageAyer por la tarde se llevó a cabo un ciclo de micro-conferencias organizado por la Fundación para la Responsabilidad Intelectual. El evento se llamó “Desenmascarando mitos populistas” y a mi cargo estuvo el análisis del mito del empresario abusivo. A continuación les comparto lo que dije.
Buenas tardes a todos,
Gracias por estar acá.
El tema que voy a abordar hoy es la malicia empresaria y su constante deseo de explotar a las masas consumidores.
Como todos sabrán, grandes filósofos y analistas argentinos tales como Jorge Capitanich, Axel Kicillof e incluso la presidenta Cristina Fernández de Kirchner coinciden en afirmar que los empresarios son los verdaderos responsables de la inflación.
Para sintetizar este concepto, y tal vez por defecto profesional, decidí resumir la visión que comparten nuestros gobernantes en un pequeño gráfico.

En la visión del gobierno, los precios de la economía no tienen nada que ver con la oferta y la demanda del mercado, sino con la avaricia y la especulación de los malvados empresarios que, en su búsqueda de ganancias, se aprovechan de todos nosotros.
El problema con esta idea es que es completamente errónea.
No vamos a ahondar aquí en la verdadera teoría de los precios o en las causas siempre monetarias de la inflación. Sin embargo, sí es importante mencionar que la mirada “K” no es unamirada aislada, sino que está enmarcada en una concepción mucho más amplia acerca del rol de los empresarios en una sociedad capitalista.
Es que para el populista, que busca enfrentar al conjunto para perpetuarse en el poder, la ganancia de uno es la pérdida de otro y si el empresario se hace más rico, quiere decir que alguien se está haciendo más pobre.
Este razonamiento desconoce la naturaleza de los intercambios voluntarios. Cuando una persona compra un café, valora más el café que los pesos que otorga a cambio. Por el otro lado, quien vende ese producto, valora más el dinero que recibe que el café que entrega. La transacción genera beneficios para ambas partes. En ella, todos ganan, no solo el empresario y mucho menos a costa del consumidor.
Por otro lado, la búsqueda de ganancias nos afecta a todos. ¿O es que ustedes cuando van a trabajar todos los días no buscan recibir algo a cambio? Claro que esto que buscamos puede ser material o espiritual, pero cada vez que actuamos lo hacemos esperando un beneficio personal.
Además, las ganancias de los empresarios son absolutamente deseables para la sociedad y me animo a decir que cuanto más grandes sean éstas, ¡mejor aún!
Es que cuando se derivan de los intercambios voluntarios entre las personas, estas ganancias simplemente están indicando que el empresario está haciendo un buen trabajo y está produciendo el bien o servicio que le piden los consumidores.
Otra consecuencia positiva de las ganancias empresariales es que fomentan la innovación y la producción. Si Pedro se dedica a una actividad que genera enormes beneficios económicos, entonces lo más probable es que su vecino Juan decida meterse en el mercado, fabricando más y mejores productos.
Como puede verse, no hay ningún tipo de abuso en la relación empresario-cliente, sino una increíble coincidencia y armonía de intereses.
Ahora bien, antes de concluir, una nota final. Esta armonía de intereses depende necesariamente del marco institucional. En un mercado libre, las ganancias de los productores son las ganancias de los consumidores, pero en una economía cerrada e hiperregulada, esto puede no darse.
Ya Adam Smith se preocupaba por la conspiración que los empresarios podíanelucubrar contra los consumidores y el público en general. Pero hay que destacar que esta conspiración no lograríasus objetivos si el gobierno no interviniese.
Un ejemplo bastará para entenderlo: una traba a las importaciones beneficia a los productores sin que este beneficio sea compartido por el público consumidor. De hecho, el cierre de la economía es bueno para los primeros (que compiten menos) y malo para los segundos (quienes tienen menos para elegir y pagarán precios más elevados).
Pero estos arreglos no son propios del sistema capitalista. En él, lo que prevalecen son los acuerdos voluntarios de los que hablábamos al principio.
Así las cosas, no es el capitalismo y los empresarios que en él operan lo que tenemos que combatir, sino las falsas ideas y mitos populistas, que lo único que consiguen es erosionar las bases del sistema económico, filosófico y social que más prosperidad ha creado en la historia de la humanidad.
Un saludo, Iván
Publicado en Inversor Global- Newsletter semanal - enviado por email

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