martes, 24 de noviembre de 2015

Un Mayo de 1958

Por Aníbal Hardy
En virtud del resultado electoral, es oportuno recordar a los argentinos de las nuevas generaciones, y a los políticos y autoridades actuales, unos párrafos del discurso pronunciado por el doctor Arturo Frondizi el 1° de mayo de 1958 ante la Asamblea Legislativa, al hacerse cargo de la presidencia de la Nación: "Debemos eliminar los motivos de encono, los pretextos de revancha y los últimos vestigios de persecución que pudieran subsistir. Debemos extirpar de raíz el odio y el miedo del corazón de los argentinos. Recibimos y valoramos todo el pasado, con su grandeza y sus debilidades, pero ese pasado queda a nuestras espaldas. No nos volveremos a remover las culpas ni a deslindar las responsabilidades que allí, desde hoy, quedan para que las juzgue la historia. Hoy, 1° de mayo de 1958, el gobierno de la Nación Argentina, en nombre del pueblo, baja el telón sobre cuanto ha ocurrido hasta este preciso instante. Cerramos una etapa para poder dar, entre todos, un gran paso hacia adelante".
Infortunadamente, el pedido de Frondizi no fue aceptado. La izquierda y la derecha, liberales y nacionalistas, sindicalistas y empresarios, continuaron exhumando agravios y rencores, buscando revanchas. En mayo de 1962, cuatro años después de asumir la presidencia de la Nación y de su llamado a la reconciliación e integración nacional, Frondizi fue destituido, como consecuencia de un largo proceso de desestabilización de las instituciones republicanas. Desde ese momento hasta nuestros días, la Nación transitó períodos sucesivos de aparente legalidad, gobiernos de facto, crisis reiteradas económicas y sociales, momentos de anarquía, terrorismo, enfrentamientos sangrientos y represiones ilegales.
La Argentina no aprovechó esos cuarenta años en los que el mundo civilizado vivió avances científicos tecnológicos y económicos extraordinarios. La falta de un desarrollo económico-social continuado con un clima de paz y con la vigencia de un Estado de Derecho nos llevó a la crisis actual.
Que el legado de nuestros próceres de Mayo de 1810, esos que dejaron vida y bienes en favor de su Patria, que no manejaban dinero espurio, que no se enriquecieron ilícitamente y optaron por renunciar a premios y prebendas, donando sus haciendas para el bien común. Y que todo lo que hicieron no fue con fines de lucro sino con premeditada vocación de pobreza. Su verdadero patrimonio fue la entrega inclaudicable en pos de una Nación Libre y Soberana.
En estos días, los desarrollistas entendemos que las naciones, tienen posibilidades de recuperarse, para lo cual es imprescindible la grandeza y la lucidez de sus gobernantes, integrando a toda la población en un proceso de desarrollo nacional, sin rencores ni resentimientos.
Abogado - Desde Formosa
Enviado por su autor

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