Preservar los bosques no significa oponerse al progreso, ni impedir el desarrollo de los países. Si exige que su explotación sea racional y sustentable. |
Por: Aldo Norberto Bonaveri
El calentamiento del planeta es sin duda un problema central que en mayor o menor medida acecha a todo el orbe. La acumulación del dióxido de carbono constituye un factor preponderante en la elevación de la temperatura. Según estudios científicos, en la actualidad su concentración ya superó las 400 partes por millón volumen “ppmv” (1), en tanto el máximo histórico sigue incrementándose año tras año, como consecuencia de la acción antropogénica: quema de combustibles fósiles, materia orgánica en general y procesos industriales.
Esta perniciosa realidad preocupa a entendidos, políticos y gobernantes, más no siempre se ocupan de la situación como en realidad corresponde y la problemática exige. La solución es muy compleja puesto que existen muchas prácticas dificultosas de erradicar, dependencia de elementos contaminantes y una serie de condicionantes, que requieren una puntualizada descripción, la que no se pretende desarrollar en la presente.
Si en cambio se puede aseverar la importancia de preservar áreas forestales, práctica que debe ser prioritaria de cualquier estrategia seria para contrarrestar el flagelo. Habida cuenta que la destrucción de bosques conmueve gravemente la salud de la Tierra y sus habitantes.
A los efectos de justipreciar el riesgo imperante, se hace necesario la concientización global, habida cuenta que a la postre está en juego la supervivencia de la humanidad y, la biodiversidad animal y vegetal. No se trata de sumarse a oráculos apocalípticos, pero si interpretar que de no mediar un consenso sustentable, en pocas décadas más, afrontaremos situaciones ruinosas; en consecuencia no debe dilatarse más la implementación de políticas correctivas de las causas que conspiran con la calidad ambiental.
Lejos está la solución si se prosigue con la devastación de los bosques vírgenes. Un reciente estudio realizado con tecnología satelital determinó que desde 2000 se perdieron o, se degradaron más de 104.000.000 de hectáreas de bosque, (Superficie semejante a tres veces la superficie de Alemania.)
Organizaciones internacionales como la Universidad de Maryland, el Instituto de Recursos Mundiales y el Fondo Mundial para la Naturaleza “WWF” en Rusia y, Paisajes Selváticos Intactos, entre otros, acuden a la tecnología satelital a los efectos de establecer la ubicación y la prolongación de las selvas intactas más grandes del planeta.
La extensión de la vegetación diezmada, se verifica palmariamente en las imágenes satelitales captadas en 2000 y 2013; la comparación de las tomas deja en claro la magnitud del impacto visual, máxime cuando se tiene consciencia del rol primordial que tienen selvas y bosques en la regulación del clima. De la interpretación científica del estudio de marras, da cuenta que el actual grado de deforestación, genera más dióxido de carbono en la atmósfera que todos los automóviles, camiones, barcos y aviones juntos.
Pese a lo que muchos suponían, la mayor deforestación en lo que va del siglo XXI no se produjo en Brasil o Indonesia, como se podría prever por la cantidad de artículos periodísticos que se referían a estos dos países. Las imágenes señalan que es Canadá la región más devastada por el citado fenómeno, contabilizando el 21% de la pérdida total; Rusia es quien le sigue, en tanto Brasil aparece en tercer lugar. Oportuno es indicar que en estos tres territorios, se concentran el 64% de las superficies boscosas que quedan en el planeta.
Consultada la organización independiente Global Forest Watch Canada sobre las razones concurrentes de la destrucción forestal, explican que ello es producto del incremento masivo de las arenas alquitranadas, el desarrollo del gas de esquisto y, la construcción de caminos. Vale señalar que al norte del país, más precisamente en la provincia de Alberta, en las arenas bituminosas unas 12.500.000 hectáreas de bosque quedaron atravesadas de caminos, tuberías y líneas de alta tensión, entre otro tipo de infraestructura.
Al respecto, cabe señalar que el avance de la explotación de arenas alquitranadas (2) y del gas de esquisto (shale) en Canadá podría duplicarse y hasta triplicarse en la próxima década, conforme a proyectos a largo plazo que se están evaluando.
Por otra parte corresponde indicar que los crecientes incendios forestales, son otro factor considerable de la deforestación. El cambio climático recalentó precipitadamente el norte de Canadá, secó la taiga y los lodazales, convirtiendo la región en vulnerable a las deflagraciones.
El gran aumento en los incendios forestales es otra de las razones de la deforestación. El cambio climático recalentó rápidamente el norte de Canadá, secó la taiga y la ciénaga, dejándolas vulnerables a los incendios.
El informe citado, evidencia que el mayor bosque de Europa, emplazado en Rusia (el país de mayor reserva forestal del mundo) a 900 kilómetros de Moscú, declinó 25% de su área talado por la industria maderera. El Congo que ostenta la segunda superficie selvática del mundo, resignó el 17% de esa espacio, en este caso el desmonte se debe a la explotación minera y la construcción de caminos.
En el lapso analizado Paraguay vio desaparecer el 78% de sus selvas y bosques, fundamentalmente convertida en zonas agrícolas, básicamente en la implantación de soja.
Es menester considerar que en los bosques vírgenes tienen su habitar animales salvajes, aves, árboles y varias especies de plantas; todo ese conjunto configuran un ecosistema robusto que brinda a la humanidad una variedad de servicios vitales: almacenar y entregar agua limpia, aire puro, absorber dióxido de carbono y producir oxígeno; además de aportar madera.
Preservar los bosques no significa oponerse al progreso, ni impedir el desarrollo de los países. Si exige que su explotación sea racional y sustentable. Unir ambas premisas es complejo pero no una quimera; se trata de dimensionar el problema con precisión. Para los gobiernos un gran desafío y tremenda responsabilidad, compromiso que no corresponde soslayar a las oposiciones que aspiran a ser alternativa, tampoco deben desentenderse los líderes sociales y las fuerzas vivas de los diferentes países.
El mundo está en alerta naranja; para estar a la altura de las circunstancias es menester tomar medidas en forma perentoria, la urgencia no debe excluir el análisis y el debate; la magnitud del problema requiere establecer políticas de Estado sustentable en el tiempo. Legislar instrumentos para proteger selvas y bosques, determinar áreas preservadas resulta imprescindible, también es indispensable que esas leyes se cumplan sin atajos y subterfugio.
(1) Una manera de describir la cantidad de una sustancia contenida en una muestra: partes del análisis por millón una muestra. En la química atmosférica esto se convierta en partes del volumen de la atmósfera.
(2) Las arenas alquitranadas, son también conocidas como arenas bituminosas, arenas petrolíferas, son una combinación de arcilla, arena, agua, y bitumen.
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