domingo, 6 de mayo de 2012

›› ENTREVISTA | PILAR SORDO (*)
LaGaceta.com
"La mujer no necesita masculinizarse en el poder"
Cree en la meritocracia antes que en el cupo femenino. Proclama la necesidad de hablar de equidad de géneros en lugar de igualdad entre hombres y mujeres. Individualiza elementos que propiciarían una suerte de "modo mujer" de actuar en el espacio público. Y asevera que la diversidad es una cuestión social trascendente, desde la cual se construye la tolerancia
En las historia de la política, no renunciar a las convicciones ha sido una utopía universal. En la historia del tiempo presente de América del Sur, no renunciar a la femineidad en el ejercicio del poder es la bandera que enarbola Pilar Sordo, la exitosa psicóloga y escritora chilena. Michel Bachelet en su país,Cristina Fernández de Kirchner en el nuestro, y Dilma Rousseff en el vecino Brasil son razón suficiente para que la "best seller" latinoamericana, que visitó la Argentina para participar de la Feria del Libro con obra nueva bajo el brazo:Bienvenido dolor, que los rankings de LA GACETA Literaria ubican desde hace semanas entre los cinco libros más vendidos del momento en Tucumán y en la Argentina. 

Durante la entrevista telefónica que mantiene con LA GACETA desde Bahía Blanca, la autora que se convirtió en una celebridad continental a partir de su libro de autoayuda ¡Viva la diferencia!, sostiene que el ejercicio auténticamente femenino del poder tiene que reunir una serie de condiciones para ser válido. Y, después de manifestar su reconocimiento al cupo femenino, postula la consagración de la meritocracia. Otro tanto hará con el universalismo "todos somos iguales", útil y oportuno en el siglo XX, pero rayano en la falacia en la actual centuria. "Tal vez -advierte desde la habitación 127 del hotelArgos- debimos hablar de equidad o de igualdad de oportunidades, para manetener el valor de la diferencia de lo que somos". 

- ¿Ya hay una "forma mujer" de ejercer el poder o todavía hay que seguir pagando el precio de masculinizarse para ejercerlo?
- Yo creo que esto tiene una historia. Siento que las mujeres, cuando empezamos a entrar en los espacios públicos, necesitamos desarrollar características masculinas para ser validadas por ustedes, por los hombres, y ser consideradas inteligentes y capaces para manejarse en esos espacios históricamente manejadas por los hombres. Entonces hubo, según mis investigaciones, una masculinización de la mujer en todos los rubros del orden público: no sólo el poder. Pero eso ha ido cambiando con el tiempo. Siento que, hoy, la mujer no necesita esa masculinización extrema para estar en espacio públicos y ejercer poder. No es tema de genero sino que tiene que ver con condiciones humanas y con talentos propios de cada líder, con independencia de si se es hombre y o si se es mujer. Las mujeres que hoy están en el poder en América Latina, o que lo han estado, y las que ejercen hoy en Europa, son mujeres que no han tenido que traicionar su identidad femenina ni su capacidad para atender detalles, para cuidar procesos, y para creer también en la intuición como un elemento de información. Creo que las mujeres que están en este minuto en el poder están escuchando más su lado femenino en la toma de decisiones. Eso no quiere decir que yo, como mujer, tengan poder o que no lo tengan. Ni que no deba aprender de algunas características masculinas, que a las mujeres nos ayuda mucho entender, así como también ayuda mucho a los hombres aprender de lo femenino. Se abrió un camino en este proceso y, afortunadamente, las mujeres que ejercen poder lo hacen desde ellas mismas, sin necesidad de tener que mutar a una condición masculina para hacerlo. 

- "Todos somos iguales" es un universalismo que sirvió en su momento para liquidar las discriminaciones xenófobas que alcanzaron el paroxismo en la II Guerra Mundial. Pero hoy se denuncia "la falacia" de ese universalismo. ¿Hacia qué proclamas deberíamos encaminarnos?
- Siento que no entendimos bien lo que era la igualdad, que es una posibilidad y que siempre entendimos antropológicamente o sociológicamente de una manera muy literal. Tal vez debimos hablar de equidad o de igualdad de oportunidades, para manetener el valor de la diferencia de lo que somos. En su momento, en efecto, fue muy necesario para hablar de igualdad, para poder generar la fuerza de esta equidad e igualdad de espacios, pero evidentemente eso ha seguido un camino que hoy invita al encuentro, a la negociación y a la tolerancia. Y la tolerancia pasa por entender las diferencias. Y cuando hablo de aprender a reconocernos diferentes no me refiero sólo a cuestiones de género: hablo también de las personas con capacidades diferentes, mal llamadas discapacitadas, y de homosexuales El de la diversidad es, hoy, un tema social. Es esa diversidad el lugar desde donde se desarrollan las tolerancias, las empatías, las paciencias y la posibilidad de enriquecernos socialmente. 

- Que una mujer pueda ejercer el poder sin tener que mutar a una masculinización extrema, ¿depende de la dirigente o de la sociedad en la ella milita?
- Hay una interrelación, pero tengo la impresión de que depende fundamentalmente de quien ejerce el poder. El punto radica en la libertad de poder ser quien soy. Con mis contradicciones, imperfecciones y ambivalencias, que es donde también yo soy querida por el otro. Los liderazgos de perfección, de rigidez, están siendo desplazados y dan lugar a liderazgos mucho más afectivos, diría yo: más cercanos a la gente, más empáticos, más solidarios, más de cierta calidez, sin por ello quitarles eficacia ni eficiencia. Siento que eso depende de cómo es la persona que llega al poder. Ahora bien, si esa persona que llegó al poder lo hizo mediante talentos de personalidad que lo hicieron encantador frente a la audiencia, frente al pueblo, esa seducción utilizada por el líder tendrá sus estrategias desde lo masculino, y tendrá otras desde lo femenino. Lo que siento es que se tiene que notar si el líder es mujer o es hombre. - En ¡Viva la diferencia! usted no aborda las diferencias entre hombres y mujeres sino entre lo masculino y lo femenino. ¿Cómo se plasman esas diferencias en el campo del poder? 

- Siento que lo masculino es más solitario en el mando. Tiende a formar menos trabajo en equipo. El poder femenino, en cambio, tiende naturalmente a la conversación, a la conformación de comisiones para debatir temas, pide más referencias y tiende a escuchar más. En definitiva, la postura de trabajar en equipo es una de las cosas que más se nota en el caso del poder femenino. Y lo que también debe decirse es que aunque el objetivo del poder femenino es el mismo, sólo es válido mientras se cuide el camino: el valor que lo femenino le da naturalmente a los detalles, entre lo que se encuentra la valoración de los costos que el cumplimiento de determinados objetivos puede llegar a tener. - En su último libro,Bienvenido dolor, analiza la negación del dolor como un mecanismo de defensa, pero también advierte que el hedonismo le enseña a las personas a no mirar, a no escuchar, a no avanzar. ¿Esto es también el resultado de tantos años de sociedades conducidas mayormente bajo el sino de lo masculino o hay también una participación de lo femenino en este fenómeno postmoderno?
- Yo creo que somos todos cómplices ahí. Sería injusto culpar solamente a los hombres de un proceso en el cual somos todos responsables. El culto a la belleza, el valor mediático de la delgadez, el consumo, el arrancar el dolor... En la medida en que el ser humano, hombre o mujer, se desconecte de sí mismo, y sienta que con el trabajo o con el ruido evadimos el dolor, estamos contribuyendo al hedonismo sin distinción de género. 

- ¿Qué consideraciones le merencen políticas electorales como el Cupo Femenino?
- Creo en la meritocracia antes que en la cosa de la cuota, en definir por ley proporciones de representación femenina. Las mujeres tenemos la capacidad suficiente para demostrar que somos capaces de llegar a los puestos más altos. Es decir, creo más en el merito, en el trabajo y en ganarse el espacio antes que en que me lo regalen, precisamente, por mi condición de mujer. Sin embargo, creo que en un inicio, cuando cuestiones como la participación de la mujer salen a la palestra pública, el espacio va a ser muy importante. Y la cuota genera una cierta visión de disponibiliadd de esos espacios, que hace que las mujeres quieran participar. Creo que le hace mejor a la mujer sentir que siempre va a estar ese espacio, pero que se lo gane. De la misma manera, que también se lo gane el hombre: no creo que por su condición de tal deba estar ahí. Y por ser sólo mujer, tampoco. Eso debe depender de su talento y de cómo aporta al bien común. Pero, inicialmente, las cuotas para los parlamentos han ayudado a crear conciencia y a reflexionar, tanto para generar la posibilidad de que las mujeres lleguen al espacio público como también para que ellas rompan sus propias barreras. 
(*)La trasandina influyente :La psicóloga María del Pilar Sordo Martínez integra el cuadro de honor de las 21 personas más influyentes de Chile. Su libro "¡Viva la diferencia!" se mantuvo durante 114 semanas como número uno en ventas en su país: en América latina vendió 120.000 ejemplares. Nació en Temuco el 22 de octubre de 1965.
FUENTE:Publicado en www.lagaceta.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ARCHIVOS DE TEMAS DEL BLOG

Buscar articulos